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Exterior de la discoteca. R.C. |
Alcalá 20 se convirtió en una colmena de fuego y humo que apagó los corazones de 81 personas, la mayoría, jóvenes fallecidos de 16 a 31 años de edad, por inhalación de humo en un lugar con un deficiente sistema de evacuación y de emergencia que provocó fallecidos por aplastamiento por las avalanchas humanas.
Dani, «el Rubio», festejaba su despedida de soltero. Sus amigos Eugenio y Ángel estaban en el ropero recogiendo sus abrigos cuando Dani les gritó: "¡Tíos, que mañana me caso, a tomar champán todos!". El domingo, en lugar de su boda, se celebró su entierro.
Otros cinco jóvenes encontraron su salvación casi de milagro: "Un chico que iba delante de mí cogió una barra de hierro y forzó una puerta; después tuvimos que echar abajo una segunda, y una tercera. Ahí sentimos que entraba aire: era un respiradero, por el que pudimos salir con ayuda de la Policía Municipal", explicó Joaquín Mora.
A Lorenzo Benito, que tenía entonces 23 años, le salvó su sangre fría. Como declaraba a ABC, "busqué la puerta de acceso a la calle tanteando con la mano en la pared. Caminaba lentamente entre pisotones, empujones y gritos".
"Tibi", el portero de la discoteca, lloraba ante el alcalde, Enrique Tierno, y le pedía que se dieran más prisa en el rescate.
Uno de los propietarios de la discoteca, Juan Antonio Iglesias, se enteró del suceso en un taxi entre Murcia y Cartagena: el conductor le dijo: "¿Viene usted de Madrid? Hay que ver las desgracias que están pasando allí; primero los aviones, y hoy la sala de fiestas...".
En el Anatómico Forense, a las doce del mediodía, una enfermera de pelo canoso leía la primera lista de fallecidos. Una semana después del siniestro, se encontraron dos cuerpos: los de Valeriano y César Augusto, que habían caído por el hueco del montacargas, y a quienes sus familias buscaron desesperadas desde el día del incendio.
José María Pérez Soria, jefe de guardia del Cuerpo ese día, recuerda que al intentar entrar por la puerta trasera de la discoteca la descubrieron vacía, pues la mayoría de las personas "intentó huir por el lado equivocado", esto es, por la puerta principal. Además contaba que "el humo y el calor avanzaban precisamente en esa dirección y llenaban el ambiente de la sala con sustancias peligrosas procedentes de la combustión de los elementos decorativos". "Muchos murieron abrazados y apiñados en las escaleras", destaca Pedro, un policía, "el juez ordenó precintar el recinto y una semana después siguieron apareciendo cadáveres en un patio interior".
Consecuencias
El incendio causó gran conmoción en España, tanto por el elevado número de muertes como por la juventud de las víctimas. Fueron tres semanas de desgracias en la capital, veintiún días en que las tragedias se sucedieron: dos accidentes de avión y el incendio en Alcalá, 20.Por ello, el alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, decretó el 19 de diciembre de 1983 como día de luto. "Tenemos la negra", comentó un desolado Joaquín Leguina aquella fria mañana del 17 de diciembre.
La investigación del suceso correspondió al Juzgado de Instrucción número 15 de Madrid. La acusación se dirigió hacia los cuatro dueños del local, el electricista que realizó la instalación y el inspector del Ministerio del Interior que no observó las muchas deficiencias de seguridad que presentaba el recinto.
El juicio no se inició hasta finales de 1993, diez años después de los hechos. La sentencia de la Audiencia de Madrid llegó finalmente en abril de 1994. A lo largo de casi 500 folios, decidió condenar a dos años de cárcel por un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte, lesiones y daños a los cuatro dueños del local (Emilio Urdiales, Pedro Rascón, Doroteo Martín y Carlos Mendoz), al electricista (Miguel Gabaldón de 75 años) y al funcionario encargado de inspeccionar el local (Guillermo Herranz) por imprudencia temeraria. Se fijaron unas indemnizaciones cercanas a los 2000 millones de pesetas, declarando al Estado como responsable civil subsidiario (El Estado no pagó hasta pasados los cuatro años). Ningún cargo político asumió responsabilidades por el asunto ya que el exconcejal socialista del Ayuntamiento de Madrid, Emilio García Horcajo, fue el único absuelto de los siete procesados.
Esta sentencia fue recurrida ante el Tribunal Supremo, que la ratificó en lo esencial salvo en lo relativo a la condena del inspector Guillermo Herranz Acero, que vio su condena sensiblemente rebajada a un mes de arresto y multa de 100.000 pesetas al considerar el alto tribunal en su caso, que los hechos que se declararon probados en el juicio no constituían delito y sólo eran constitutivos de una falta simple de imprudencia con infracción del reglamento con resultado de muerte y lesiones. Los familiares de las victimas, se mostraron en desacuerdo con dicha absolución.
Se enumeraron hasta 19 deficiencias en el local, como falta de salidas directas a vía pública y la complejidad de los itinerarios, inexistencia de sistema de alarma, fallo de los extintores o que los materiales no habían sido sometidos a procesos de ignifugación.
Los familiares de las víctimas tardaron más de 14 años en recibir la indemnzación económica por lo acontecido, ya que las muertes fueron producto de una deficiente gestión e inspección del local. La sentencia condenaba al Estado a indemnizar económicamente a las familias de las víctims a razón de 20 millones de pesetas (120 mil euros) por fallecido, mas otros 5 millones (30 mil euros) por cada uno de los hijos menores.
20 días fatídicos para Madrid
El por entonces alcalde de la capital, Enrique Tierno Galván, se lamentó de la mala racha que sufría Madrid en apenas tres semanas: el 27 de noviembre, el accidente de avión de la compañía Avianca se saldaba con 181 muertos; sólo diez días después, 93 personas fallecían en otro siniestro aéreo, el choque entre dos aviones, también en Barajas, de Iberia y Aviaco, y, la madrugada del 17 de diciembre, los 81 fallecidos en Alcalá, 20. En total, más de 300 muertos en 20 días.
Reapertura
Tras el silencio de dos décadas y dos años de obras, los nuevos dueños de la discoteca de la empresa fSmgroup, resucitaron la pista de baile, y la música, volvió a sonar en la reapertura del 1 de diciembre de 2005. Hicieron un inmenso aljibe subterráneo con 150.000 litros de agua bajo una pista de baile con muros rojos y negros. El nuevo dueño, Miguel Ángel Flores contó que el aforo se redujo a 482 personas y se han instalado 68 rociadores, 14 extintores, 5 mangueras, 75 carteles de señalización de dirección de salida y medio centenar de detectores de humo.
En 2010 reabrió con el nombre de Adraba tras permanecer clausurada por falta de licencia apropiada.
El homenaje de "Cuentame"
Lo que iba a ser una labor de asesoramiento y "atrezzo" acabó siendo una colaboración en toda regla. En total, ocho bomberos del Ayuntamiento de Madrid aparecen en el capítulo La noche no es para mí, último de la serie "Cuéntame como pasó" delaño 2015. Todos son hijos o sobrinos de los bomberos que estuvieron el incendio. Todos llevaron la indumentaria original de sus parientes.
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Felipe García padre e hijo, bomberos de Madrid, en dos imágenes separadas por tres décadas |
40 aniversario
Referencias
https://www.20minutos.es/noticia/5655813/0/bomberos-de-madrid-con-40-anos-de-servicio-homenajeados-por-el-ayuntamiento-se-me-derretia-el-casco-entrmuchos murieron abrazaos y apiñadosando-en-alcala-20/https://www.madridesnoticia.es/wp-content/uploads/2023/12/descarga-1024x576.jpg