Los cuatro incendios de la Plaza Mayor de Madrid

La plaza Mayor que conocemos hoy, es así debido a las diferentes reconstrucciones tras los incendios que sufrió a lo largo de su historia. Esta antigua plaza del Arrabal fue diseñada por Juan Gómez de Mora en 1620 siendo el centro social y comercial de la ciudad.



Año 1631

La noche del 6 al 7 de julio de 1631, se produjo el primer incendio en la Plaza Mayor, tan sólo 10 años después de su inauguración, que iniciándose en un horno particular cuyo fuego quemó un barril de pólvora de los sótanos de un mercader portugués cercanos a la Casa de la Carnicería, destruyó 50 de sus 68 casas y dejó 13 muertos y 50 heridos en un incendio que se dilató tres días. El lado sur de la plaza fue el más afectado, quedando la Casa de la Carnicería muy dañada. 

En esta época, los tejados decorativos de la plaza eran de plomo, lo que dificultó las tareas de extinción, debido a que por el calor, se fundían y caían a la calle como ríos de lava. 

Ante tal situación, en la que incluso se confiscó los cántaros a los aguadores, los ciudadanos decidieron que solo se podía hacer una cosa: encomendarse a lo divino. Así es como el cuerpo incorrupto de San Isidro acabó en la plaza con la esperanza de que intercediese de alguna forma y acabase con las llamas de forma milagrosa. 

Incluso se personaron en el incendio el Rey Felipe IV y el Conde Duque de Olivares.

Las pérdidas superaron el millón de ducados.

Se dictó igualmente por el Concejo ese día 8 de julio que, “ ninguna persona pueda tener pólvora para vender ni para otra cosa dentro de la Villa, sino en los arrabales de ella, y que los coheteros no puedan hacer cohetes ni ningún género de fuego.”

Diez años mas tarde desde esta tragedia, el 16 de agosto de 1641, se aprueba una ordenanza para matafuegos que incluía más personal y colocaba en las cuatro esquinas de la plaza, estanquillos. 

En su reconstrucción, ordenada a Juan Gómez de Mora, entre otras cosas, sustituyó las cubiertas de plomo por teja.

Año 1672

El 20 de agosto de 1672, se produce un segundo incendio en la plaza, esta vez en la Real Casa de la Panadería tras una corrida de toros que dejó 24 víctimas. El fuego se inició en un farolillo muy cercano al cuadro de la Virgen del Rosario. 

De la Casa de la Panadería sólo quedó la planta baja y el sótano y de su reforma se encargaría el arquitecto Tomás Román. Se creó un gran soportal con pilares de piedra y toda la fachada se enmarcó entre dos torres laterales coronadas con chapiteles. También se aprovechó para dotar la fachada con un balcón real donde los reyes presenciarían desde entonces los grandes espectáculos de la plaza.

Así, de nuevo se redacta un nuevo acuerdo por el Consejo de S.M. Carlos II con las nuevas obligaciones contraincendios de los diferentes oficios ( carpinteros, fontaneros, aguadores, taberneros, cereros...).

Año 1790

El 16 de agosto de 1790, a las once de la noche, se originó un incendio en el Portal de Paños, entre el arco de Cuchilleros y el arco de Toledo en la famosa Plaza Mayor. De la casa cuartel más próxima, se dirigieron los mozos de la limpieza hacia el incendio con las primeras bombas y sólo seis cubas de las doce que había, pues debido a las escasez de mulas no fue posible llevarlas.



Ya en el lugar del siniestro se reunieron con los matafuegos que rápidamente empezaron a hacer cortes con sus hachas para evitar la propagación. Rápidamente se dio cuenta que los aljibes de la plaza que debían estar llenos de agua, estaban vacíos, por lo cual, las primeras seis cubas no fueron suficientes, mandando a los mozos que volvieran rápidamente a la casa cuartel para desenganchar las mulas y engancharlas a las seis cubas restantes y hacer llegar el agua a la plaza lo antes posible.El fuego permaneció vivo durante nueve días y aunque asistieron más de mil hombres, las bombas, aguatochos y más de 750 cubos y espuertas, resultó imposible evitar que desapareciera un tercio del perímetro de la plaza. La dirección de la extinción le correspondió a Samuel Amadeo Crompag y los arquitectos y oficiales de gremios bajo las órdenes del arquitecto maestro mayor Juan de Villanueva. Rápidamente se dio cuenta que los aljibes de la plaza que debían estar llenos de agua, estaban vacíos, por lo cual, las primeras seis cubas no fueron suficientes, mandando a los mozos que volvieran rápidamente a la casa cuartel para desenganchar las mulas y engancharlas a las seis cubas restantes y hacer llegar el agua a la plaza lo antes posible. 

Durante este interminable tiempo el incendio tomó grandes dimensiones, apoderándose de varias casas y creando mucha confusión y desorden en aquellas personas aterradas, que huían del denso humo. Se mandó traer de inmediato las demás bombas, carros con herramientas y cubas de agua de las demás casas cuartel, ordenando abrir los pozos que había en la plaza y poner todos los medios para sofocar el incendio. Los vecinos que allí vivían arrojaban sus enseres por las ventanas y terrazas, por temor a que se quemaran, complicando el acceso a las personas, que corrían presas del pánico. Incluso enrollaban a niños con mantas para arrojarles por los balcones, para en el mejor de los casos, salvarles la vida. 

Al hundirse el piso de de una casa cercana a la calle Toledo, hizo que un trabajador pereciera, salvándose los otros tres.

Las campanas de todas las iglesias sonaron con tanta fuerza que todo Madrid quedó sobresaltado, llenándose la Plaza Mayor de autoridades. Los arquitectos, tropas, oficiales de carpintería y albañilería y demás gremios permanecieron bajo las órdenes del arquitecto maestro mayor, Juan de Villanueva

Durante esos días se gastó en extinguir el incendio más de medio millón de reales y se repartieron más de 46.000 raciones de pan y queso para los que trabajaron sin descanso en uno de los mayores incendios que ha sufrido nuestra ciudad. 

SM. Carlos IV puso a disposición de los 1302 madrileños afectados un millón de reales de su real erario. También ardieron edificios cercanos a la plaza, como fue la iglesia de San Miguel de los Octoes, que estaba situada en el lugar que hoy ocupa el mercado con el mismo nombre. Como el fuego era imparable, los arquitectos, decidieron tirar edificios para que hicieran las funciones de cortafuegos.


Sin lugar a dudas, éste fue el peor incendio de los cuatro.

El propio Villanueva, fue el encargado de la nueva reconstrucción de la plaza, que prefirió el uso de piedra en vez de la madera. Se cerró totalmente la plaza con salidas a las calles a través de arcos y se armonizó la altura de los edificios para ser como la Casa de la Panadería.

Año 1804

Hubo un cuarto incendio sin grandes consecuencias el 26 de noviembre de 1804.

Se incendió una casa y fue atajado rápidamente por los zapadores del Cuartel Suizo, de lo contrario podría haberse propagado a toda la plaza.


Enlaces

https://www.miradormadrid.com/tres-incendios-plaza-mayor/

https://www.inclusion.gob.es/cartaespana/es/noticias/Noticia_0432.htm

https://www.google.com/amp/s/www.abc.es/madrid/20150524/abci-incendio-casi-acaba-plaza-201505212039_amp.html

https://edicioneslalibreria.com/el-incendio-de-la-plaza-mayor-de-1791/

Libro Historia del Cuerpo de Bomberos de Madrid de los matafuegos al Windsor

https://www.google.com/amp/s/www.viajesdeprimera.com/libros-imprescindibles/matafuegos-tatarabuelos-de-los-bomberos-de-madrid/31134/amphttps://www.google.com/amp/s/www.madridiario.es/mvc/amp/noticia/447539/

Fotografías

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