Así ya en el siglo XIII se pueden encontrar las primeras referencias de incendios de devastadores consecuencias que ocurrieron en la ciudad, fechado el más grave de ellos en 1278 y que según relatan las crónicas arrasó toda la ciudad.
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En los siglos posteriores continuaron sucediendo graves incendios lo que fue haciendo mella en la conciencia de los donostiarras que incluso realizaron varias solicitudes al rey para que les ayudase a combatir tan destructiva plaga.
Así a finales de siglo XV el rey Fernando, ante las solicitudes de la ciudad, envío desde Jaén una carta en la que se recomendaba que las construcciones de la ciudad se realizasen en materiales pétreos para evitar o por lo menos mitigar las consecuencias de los incendios.
Esta recomendación hizo que el número de incendios y las consecuencias de los mismos se redujesen. Los motivos de los grandes incendios dejaron de ser ya descuidos o pequeños accidentes domésticos y el origen de los mismos pasó a ser principalmente los episodios bélicos. De esta forma en los siglos posteriores se siguen encontrando referencias a incendios sucedidos durante sitios y combates.
De los incendios de esta época se puede destacar el sucedido el 23 de Enero de 1738, originado en la entonces Plaza Nueva (actual Plaza de la Constitución) y que sucedió de manera tan violenta que incluso los soldados de la guarnición de la ciudad corrieron a ayudar en las labores de extinción. Cuando parecía que las llamas volverían a arrasar la ciudad el párroco sacó en procesión la imagen de la Virgen del Coro y al entrar ésta en la zona del incendio comenzó a llover. Milagro o no, el suceso tuvo gran eco en la ciudad y se realizaron actos en honor a la Virgen.
Como último y más importante de los incendios que ha sufrido la ciudad en su historia se debe mencionar el sucedido el 31 de Agosto de 1813. Durante la Guerra de Independencia las tropas francesas se retiraban dejando una guarnición de 3.000 hombres en la ciudad que cubriese a los ejércitos que se replegaban hacia Francia.
El asalto de un ejército combinado hispano-anglo-portugués acabó en un incendio que duró desde el día 31 de Agosto hasta el 8 de Septiembre (fecha de capitulación de la guarnición francesa) y arrasó toda la ciudad, unas 600 casas, excepto aquellas situadas en la calle 31 de Agosto (conocida entonces como calle Trinidad).
Fueron las tropas aliadas las que saquearon e incendiaron toda la ciudad mientras duraban los combates, y la calle Trinidad no sufrió estragos debido a que en ella se alojaban los oficiales de aquel ejército.
El origen de los bomberos data de cuando el Ayuntamiento de San Sebastián decidió adquirir una bomba contra incendios en París en 1817 por un precio de 6.746 reales de vellón.
El aviso de la existencia de un fuego se confiaba entonces a los serenos y, sobre todo, los campaneros de las iglesias de Santa María y San Vicente (en esa época solo había ciudad intramuros, es decir que se limitaba a lo que hoy conocemos como Parte Vieja) que debían tocar «de arrebato» para avisar de un incendio.
El 8 de Mayo de 1842 se creó la Sociedad de Mutuos de Incendios de Casas de San Sebastián. Las casas que formaban parte de esta sociedad se identificaban con un ladrillo o placa blanca con la leyenda "S.os M.os Sn. Sn." con letras azules.
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Desde que se tiene constancia eran las personas de los gremios de la construcción, especialmente los carpinteros, los llamados "bomberos maniobreros", quienes tenían como misión apagar los incendios que se originaban en la ciudad a cambio de 39 reales de vellón por intervención. Sin embargo, a raíz de la creación de la Mutua, todos los vecinos, bajo pena de multa, tenían la obligación de acudir al lugar del incendio y ayudar en las labores de extinción acarreando agua en cubos al lugar.
El vestuario y equipo de los bomberos consistía en: un casco de cuero charolado con cimera de metal, blusa o chaquetilla, pantalón de dril, cinturón ancho de salvavidas con anilla y mosquetón y alpargatas; iban provistos además de hacha y cuerda los de la primera brigada; de llave y cuerda los de la segunda, y de cuerdas los de la tercera.
Esta forma de funcionamiento era en la mayoría de las ocasiones de una eficacia mínima, por lo que los responsables de la Mutua vieron la necesidad de organizar un cuerpo de personas especializadas que acudiesen de forma rápida y evitasen las desastrosas consecuencias de los incendios.
Por ello en el año 1842 se realizó el primer Reglamento de Bomberos, que si bien no establecía un cuerpo como tal, ordenaba las formas en la que las personas debían prestar auxilio en caso de incendio. Cada vecino debía acudir con cubos y herradas llenas de agua, y quienes tenían pozos debían permitir, bajo multa de un ducado de vellón, sacar agua de los mismos facilitando a su vez cuerda y pozal.
Todos los maestros de obras debían, bajo multa de 4 ducados de vellón, presentarse en el lugar el incendio con sus hachas, picos y demás herramientas.
El Arquitecto de la Ciudad era el encargado de dirigir las tareas de extinción.
Dicho reglamento se modificó en 1847, pero tras discusiones de quién debía pagar los costes y responsabilidades de las intervenciones, el 10 de septiembre de 1867 el Ayuntamiento acuerda que el servicio de Bomberos, prestado hasta entonces de forma semi-privada por la Sociedad de Socorros Mutuos, debe ser un servicio totalmente municipal. Dicho acuerdo adquiere validez legal el 20 de octubre de ese mismo año creándose el Cuerpo de Zapadores-Bomberos de San Sebastián.
Para ingresar en el cuerpo había que tener entre 20 y 40 años y pertenecer a los gremios de los carpinteros, herreros, albañiles, fontaneros y guarnicioneros (para arreglar las mangueras de cuero). Los integrantes del cuerpo tenían una gratificación anual (2.400 reales de vellón), un jornal de día o de noche en caso de incendio, y además premios de puntualidad para los ocho primeros que llegaran al depósito para la conducción de las bombas (30 reales de vellón para el primero y 6 reales para el octavo).
Maniobras en la Plaza de la Constitución "Ayuntamiento de Donostia / San Sebastián" http://www.donostia.eus |
En el exterior de la casa de todos los bomberos se colocaba una placa de color rojo con letras blancas en la que figuraba el piso en el que vivía el mismo así como su número. Junto a la placa, un cordel que comunicaba con una campanilla dentro de la vivienda. De esta forma en caso de incendio los vecinos podían localizar y avisar a todos los bomberos para que acudiesen al lugar del incendio.
Durante las noches existía un retén de Bomberos en cada Parque o almacén, formado por un capataz o cabo y 4 bomberos.
Cuando los bomberos debían acudir a un incendio desde sus casas, primeramente lo hacían al Parque o almacén en que estuviesen asignados para hacerse con los enseres necesarios y dirigirse al incendio. Se premiaba a los que antes llegaban así como a los que más arrojo y valentía mostraban en el desempeño de sus funciones.
Los avisos y ordenes se realizaban mediante corneta, existiendo en el actual Parque de Bomberos, una copia de la partitura de los toques que incluyen entre otros "Ligero" o "A la carrera".
Además de los propios bomberos se creaba la figura del Guarda-Almacén, que era el responsable de la custodia y mantenimiento de los materiales y bombas del Parque (entre otros requisitos, debía saber leer y escribir).
Junto con la creación del Cuerpo de Zapadores-Bomberos se crearon los correspondientes reglamentos para los distintos cargos del mismo, así como reglamentos para los vecinos y los distintos almacenes susceptibles de arder en caso de incendio.
En 1871 durante la extinción de un incendio en la calle 31 de agosto fallecieron dos bomberos, lo que originó un debate sobre sus condiciones y las de sus viudas. El escaso salario que cobraban llevó a la dimisión de todo el cuerpo en 1872, su disolución en 1875, en pleno asedio carlista, y la renuncia en bloque también en 1892.
En 1885 un incendio en el palacio foral de la plaza de Gipuzkoa puso de relieve la necesidad de modernizar el material del Cuerpo de Bomberos y al año siguiente los alcaldes pedáneos y vecinos de los barrios periféricos reclamaron la presencia de bombas de incendio en esos puntos. En 1886 se aprobó un nuevo reglamento en el que se establecía un retén nocturno en el depósito con dos bomberos por noche. En 1896 se acordó establecer en el Antiguo, Amara-Lugaritz, Loiola y Ategorrieta «un timbre avisador» conectado con el parque de bomberos.
A partir de 1889 los bomberos fueron uniformados, siempre de color azul mahón, una indumentaria confeccionada a medida por sastres de la ciudad y renovada cada dos años. El 19 de marzo de 1893 un incendio en el número 6 de la calle Urbieta causó 25 víctimas mortales y al cuerpo le llovieron chuzos de punta por tardar 30 minutos en acudir al lugar.
En el año 1911 se adquirió el primer vehículo autobomba (de la casa inglesa Merryweather con capacidad para arrojar 1.500 litros de agua por minuto) para sustituir al penoso e ineficaz material con que se contaba, muy difícil de desplazar a zonas lejanas de la central.
A partir de 1920 se comenzó a impartir clases de gimnasia a los bomberos para que se encontraran en las mejores condiciones físicas (hasta 1965 hubo un profesor de cultura física en el cuerpo).
Uno de los hitos fue la adquisición en 1922 del primer vehículo autobomba con escala (marca alemana Magirus con capacidad para arrojar 2.000 litros por minutos), una joya que estuvo operativa hasta 1962.
El aumento de la flota de vehículos y el material para la extinción de incendios impulsó a la corporación municipal a buscar a partir de 1930 una nueva sede o ubicación para el parque de Bomberos, que en 1933 se decidió instalar en la calle Easo número 43, detrás de las escuelas de Amara (hoy Amara Berri). En este singular edificio, compartido con la Guardia Municipal, había un amplio hangar para los cinco camiones que ya disponía el cuerpo, había gimnasio, piscina climatizada para las prácticas de buceo, taller mecánico, centralita, patio, cocina, vestuario, dormitorios (con camas que procedían del antiguo hospital San Antonio Abad), una pequeña sala de estar, vivienda del subjefe, almacén, enfermería y una zona de formación. Con el tiempo y por necesidades de espacio desaparecerían la vivienda del subjefe, la piscina y el gimnasio.
Las diferentes intervenciones de los bomberos en siniestros a lo largo de la historia sirvieron para presionar en favor de mejores medios materiales y organizativos. El dramático rescate de unos marineros alemanes en la desembocadura del Urumea en febrero de 1961 mediante cabos, una lancha y mucho arrojo llevaron a la adquisición ese mismo año de una moderna lancha neumática (Zodiac) para actuar en este tipo de operativos. Fue la primera de estas características en España y permitió a partir de entonces iniciar la vigilancia y socorrismo de las playas desde esta embarcación, un servicio también pionero en el país.
La personalidad innovadora de uno de los jefes del cuerpo, José Manuel Lumbreras, llevó a los Bomberos de San Sebastián en 1968 a conectar por radio los diferentes vehículos con la central, «gracias a una antena colocada en Gudamendi». También diseñó unos originales cinturones hechos con un trozo de manguera (mucho más ligeros e igual de resistentes que los de cuero). Bajo su jefatura se introdujeron los trajes ignífugos (1978), y se empezaron a emplear equipos de respiración autónoma en los incendios (1975). Quizá su mayor error fue optar por vivir voluntariamente en el propio Parque de Bomberos, asumiendo una jornada de 24 horas durante 30 años.
1922 maniobras en el Río Urumea (Wikimedia Commons) |
EI III Congreso Nacional de Bomberos organizado por ASELF se celebró en San Sebastián entre los días 20 y 23 de mayo de 1963 coincidiendo con el 150 aniversario de la quema y destrucción de la ciudad. Asistieron un numero aproximado de 300 congresistas, se organizaron diversos simulacros, exposiciones de materiales y equipos y un desfile de vehículos de Bomberos por el centro de la ciudad entre otras actividades. El evento fue recogido ampliamente tanto por TVE como por el NODO.
Pero la escasa retribución económica del puesto de bombero hacía que las vacantes en el cuerpo fueran constantes. En 1965 se modificó el reglamento para abrir el abanico de aspirantes a otros oficios que no fueran los relacionados con la construcción o la guarnicionería. En 1975 apenas había 34 bomberos para cubrir tres turnos, lo que, considerando bajas y vacaciones, suponía que durante muchas semanas únicamente 8 bomberos atendían la ciudad y en casos extremos toda Gipuzkoa.
Pese a todo, la historia recuerda famosos rescates como los de los cadáveres de ocho jóvenes tripulantes de dos avionetas que en abril de 1969 chocaron y cayeron al mar frente a Jaizkibel, el del jefe de Talleres Leal tras precipitarse su vehículo al mar en diciembre de ese año en el Paseo Nuevo, o el rescate en 1976 de los nueve tripulantes del carguero alemán Buchenhain que embarrancó en la Zuriola.
En 2017 el cuerpo de Bomberos estaba formado por 120 personas, entre los que se incluyen 5 mujeres (dos subinspectoras y 3 operadoras de comunicaciones), que en la sección operativa trabaja en seis turnos de 16 personas cada uno. Cuenta con una flota de 24 vehículos y dispone desde el año 2011 de unas modernas instalaciones en el paseo Otxoki (Itxaurrondo), una central con grandes hangares y un patio que permite a los bomberos entrenar y realizar maniobras.
Autoescala Magirus de 1922 "Ayuntamiento de Donostia / San Sebastián" http://www.donostia.eus |
Parques de bomberos
Las ubicaciones del Servicio también han ido variando con el paso de los años. En los primeros años de existencia, el Cuerpo estaba dividido en varias ubicaciones a lo largo de la ciudad, concentrando posteriormente todos los recursos en un mismo lugar. En concreto, el Parque de Bomberos ha estado entre otros en la Plaza Lasala, la Plaza de la Bretxa en 1911 y la calle Easo nº 43 pero que desde hace ya tiempo solicitaba un relevo que se produjo en agosto de 2011 con la inauguración del nuevo Parque de Intxaurrondo (Paseo Otxoki, 100).
Referencias
https://www.donostia.eus/info/ciudadano/bomberos.nsf/fwCategoria?ReadForm&idioma=cas&id=A336670349958&cat=Historia%20de%20los%20Bomberos%20de%20San%20Sebasti%E1n
https://www.google.com/amp/s/www.diariovasco.com/san-sebastian/siglo-medio-fuego-20171023122502-nt_amp.html
Fotos
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