Málaga no permaneció al margen del cambio de sociedad que se produjo en España tras la muerte de Fernando VII en 1833. Fue la milicia urbana, restaurada por Martínez de la Rosa en el otoño de 1834, convertida mas tarde en la famosa Milicia Nacional, el cuerpo encargado, al inicio del reinado de Isabel II, de la extinción de los incendios.
Organizada como un servicio de armas, en ocasiones obligatorio, dependientes del Ayuntamiento, tenía una doble finalidad. De una parte atender necesidades cívicas de ayuda a la población, y por otra, como cuerpo armado de estructura militar, la defensa de los malhechores y alteraciones del orden.
Una faceta muy poco conocida y estudiada es que, a este cuerpo armado, se le encomendó, al menos en Málaga, y en otras ciudades importantes, la organización de una “ Brigada de Zapadores Bomberos” dedicada específicamente a la extinción de incendios. En Málaga, esta sección especializada se creó en 1835.
Desde sus orígenes, la Brigada de Zapadores Bomberos de la Milicia Nacional malagueña revelo tanta buena voluntad como insuficiencias técnicas y organizativas, así como conflictos internos que mermaban en gran medida su eficacia. Desde su creación estuvo al mando el capitán de la Milicias Rafael Mitjana.
El organizar poco a poco un servicio privado de extinción de fuegos, la Sociedad de Seguros Mutuos contra incendios de edificios de Málaga iba a entrar en competencia con la Compañía de Zapadores Bomberos de la Milicia Nacional e indirectamente con los Ayuntamientos progresistas de la época.
Unas de las primeras actuaciones, a la vez propagandísticas e identificativa de la nueva Sociedad de Seguros fue colocar en las casas aseguradoras lápidas identificativas.
Podemos concluir que entre 1841 y 1844 existieron en Málaga dos agrupaciones de bomberos, una privada, la de la Sociedad de Seguros Mutuos contra incendios de edificios dirigida por el arquitecto Rafael Mitjana y la de la Compañía de Zapadores Bomberos de la Milicia Nacional que dirigiría el también arquitecto José Trigueros, dándose numerosas ocasiones en que ambos grupos colaboraron en un incendio.
Dado el progresivo crecimiento urbano de Málaga modifico en este mismo periodo el sistema de alarma para incendios según el cual tras voltear campanas la parroquia donde este sucediera, debía hacerlo las demás para dar aviso a toda la población.
Los profundos cambios políticos que se operaron en Málaga como en el resto de España con el movimiento de insurrección de juntas revolucionarias locales donde se unieron moderados y progresistas. Esta medida de profunda trascendencia política tuvo una dimensión muy concreta en la vida de muchas ciudades como Málaga, ya que al disolverse la Milicia Nacional, quedo también disuelta la unidad de la misma especializada en apagar incendios: la Brigada de Zapadores Bomberos que había venido actuando en la ciudad durante casi diez años.
Tras varios años de discusiones y numerosos anteproyectos y consultas con las autoridades, la Sociedad de Seguros Mutuos de Incendios de Edificios de Málaga aprobó e imprimió un Reglamento para el servicio de apagar los incendios en 1848, privatizándose el Servicio Público de Extinción de Incendios.
En su artículo 4º y 5º dice: La Sociedad tendrá dos Arquitectos, dos oficiales sobresalientes de albañilería que sean los jefes inmediatos de las dos cuadrillas que se formen, cuatro carpinteros diez oficiales buenos de albañilería, diez ayudantes, veinte peones y un Maestro de bombas, además de un guarda-almacén y un portero. O sea, en total más de cincuenta personas figuraban en plantilla operativa, no descartándose la posibilidad de contratar eventualmente a más personal en caso de tener que atender a la extinción de un gran incendio. Solamente los arquitectos y el guarda almacén tenían un salario seguro al año, el resto de personal cobraba solamente cuando era requerido para apagar un fuego.
Unas de las primeras medidas de la Junta de Gobierno revolucionaria que se había hecho con el poder en Málaga en julio de 1854 fue el restablecimiento de la Milicia Nacional. En agosto quedo completo el organigrama de la Milicia Nacional de Málaga con las votaciones para la designación de jefes y oficiales. En total se constituyeron las siguientes unidades: Batallones 1º,2º,3º de infantería con compañías de granaderos y cazadores; 4º de artillería; brigada de artillería montada; escuadrón de lanceros, escuadrón rural, y naturalmente como era lógico una Brigada de Zapadores Bomberos con dos compañías. El 4 de mayo de 1856 se organizo la 3º Compañía de Zapadores Bomberos con unos efectivos que rondarían los cien individuos.
El nuevo convenio entre el Ayuntamiento y la Sociedad de Seguros en su art.1:
- La Sociedad de Seguros Mutuos cesa desde este día con el compromiso que tenía contraído con el Excelentísimo Ayuntamiento de Málaga de apagar los incendios que ocurran en casas asexuadas y no aseguradas por medio de la compañía de obreros que costeaba aquella. En su lugar, se encarga de hacer este servicio gratuitamente la Brigada de Bomberos que ha sido creada.
En el otoño de 1869 se organizo, el primer Cuerpo de Bomberos auténticamente municipal con el que contó Málaga. El 11 de noviembre se realizaba una convocatoria pública dirigida “a todos los individuos que pertenezcan a los gremios de carpinteros, albañiles, cerrajeros, guarnicioneros y maquinistas”. El llamamiento incluía además a profesores de gimnasia para las plazas de capataces y a médicos para que optasen a las dos plazas de físicos que se preveían. Una semana más tarde, el pleno municipal aprobaba, el Reglamento de la Compañía de Bomberos de la Ciudad de Málaga.
En él se establecía, de nueva creación, un cuerpo de bomberos perfectamente delimitado en sus funciones y competencias y jerarquizado en su funcionamiento. Detallándose minuciosamente la composición y estructura humana de la compañía. Al mando de un jefe con la categoría de un arquitecto y dos subalternos que debían de ser de la clase de maestros de obra con título y un brigada, habría cuatro secciones de bomberos, compuesta cada una de ellas por un capataz primero, cuatro segundos y veinte individuos. Además completarían la plantilla orgánica dos médicos, un ingeniero industrial, un guarda-almacén con categoría de capataz de primera clase y un subguarda-almacén.
Las retribuciones de todo el este personal serían eventuales, salvo el guarda y el subguarda almacén que tendría derecho a vivienda y a un salario mensual no especificado. Los demás miembros de la Compañía, salvo los jefes, tendrían derecho a una gratificación fija por cada incendio al que acudiesen.
Junto a estas gratificaciones se establecían una serie de premios en metálico que incentivasen la rapidez en incorporarse a las tareas de extinción. Los premios corresponderían en los casos de incendios graves a los dieciséis bomberos que llegasen primeros a recoger las bombas y el material de extinción:
- Al primero 2 escudos
- Al segundo y tercero 1
- Al cuarto, quinto y sexto 0,8
- Al séptimo, octavo y noveno 0,6
- A los restantes 0,4
Además todos los individuos de la compañía, desde la brigada inclusive, estarán exceptuados de alojamiento, con lo que se mantenía este privilegio de los bomberos malagueños desde la organización de las primeras compañías estables en los mismos en el decenio de 1830.
El reglamento contenía que se dispondría de un parque o almacén donde se custodiarían todos los medios materiales disponibles para extinguir los incendios, incluso se preveía, en un rasgo de clara modernidad, aunque no resultaba obligatorio, el establecimiento de un reten, compuesto por un capataz y tres bomberos a los que se abonara un jornal sencillo.
Los incendios se dividían en dos categorías, menores o de primera, cuando se incendie algún mueble o chimenea solamente y graves o de segunda, cuando se incendie algún edificio o parte de él.
Una vez ocurrido los siniestros todos comparecerán al punto del siniestro o almacén para conducir las bombas y demás útiles, tomando el mando en el acto el individuo de mayor graduación.
Cuando la emergencia sucediese de noche, el Ayuntamiento dispondría que los serenos den con el pito las señales que se hayan establecido, llamando al mismo tiempo a las casas donde habiten los bomberos. De noche los bomberos tendrían que presentarse de uniforme, pero de día, para que puedan concurrir con prontitud, se les permitirá que vayan con su propio traje, en este caso se colocaran en el brazo izquierdo la plancha o insignia que llevaran siempre consigo.
Para evitar el caos y la aglomeración desordenada de los bomberos en el parque o almacén, una vez declarada la alarma, y también con la finalidad de premiar en metálico a los más diligentes:
- “se colocara una tablilla en cada una de las bombas y de los carretones que hayan de encontrarse primero en el parque, en cuyos útiles habrá constantemente unas tarjetas numeradas desde el uno al dieciséis, las que tomaran los bomberos por su orden de llegada y la devolverán al feje en el acto de pasar lista para que les señale el premio correspondiente. Los bomberos que hayan recogido los números uno, dos y tres, marcharan con la primera bomba al lugar del incendio siguiéndoles el cuatro, cinco, seis, siete y ocho con el primer carretón , el nueve , diez y once con la segundo bomba y el doce, trece, catorce, quince y dieciséis con el segundo carretón”
El Reglamento de la Compañía de Bomberos de Málaga de 1869 recogía una reunión obligatoria de todos los miembros de la misma “cada primer domingo de mes para pasar revista de vestuario como para hacer ejercicios con las bombas y demás aparatos”.
Tras su definitiva reorganización en 1899 el Cuerpo de Bomberos de Málaga contaba solo con veinte miembros en plantilla dirigidos por el comandante D. Joaquín Rodríguez . A estos había que unir desde principios de 1901 con una modificación parcial de su Reglamento orgánico, otros veinte voluntarios adscritos al Cuerpo, sin remuneración diaria y cuyas funciones eran el apoyo y ayuda voluntaria en las tareas de extinción de los incendios. Esta plantilla resultaba, a todas luces, absolutamente insuficientes para las necesidades de una ciudad como Málaga, y el Ayuntamiento aprobó, en abril de 1902, un aumento de veinte a cuarenta en el contingente de bomberos fijos.
La gran novedad que se introduce en el despliegue operativo de los bomberos malagueños a principios del siglo XX es la creación de un reten nocturno permanente en el parque a partir de 1913, este grupo de bomberos de guardia nocturna permitió atender con mayor eficacia las alarmas nocturnas tan difíciles para movilizar al personal con el sistema tradicional ya descrito.
El primer comandante del Cuerpo de Bomberos de Málaga fue de Joaquín Ramírez Luque, que procedía del Cuerpo de Alabarderos, y estaba en posesión de la Gran Cruz de Isabel la católica. Fundo y dirigió el Cuerpo entre 1899 y 1928. .
Precisamente unos de los títulos mas preciados de los bomberos malagueños, es de REAL, fue un empeño personal del comandante Ramírez. Fue otorgado por el Rey Alfonso XIII el 31 de octubre de 1906, otorgando esta denominación y la corona en su escudo.
En el año 1911, se crea la Banda de Cornetas y Tambores del Real Cuerpo de Bomberos, siendo su primer director el sargento Antonio Frutos.
En 1913, se crea el primer retén nocturno en el parque de bomberos.
En 1924 se aprueba por el Excelentísimo Ayuntamiento de Málaga el reglamento orgánico del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga.
El largo periodo que abarca la época de Franco (1939-1975) va a ser para el servicio de extinción de incendios de Málaga una etapa de penurias materiales y de escasez en lo que se refiere a efectivos humanos. Solo desde mediados de los años cincuenta, con el inicio del despegue económico general de país y un crecimiento significativo de los presupuestos municipales van a comenzar a paliarse parcialmente estas penurias. En este sentido, se constituyo un hito fundamental, la inauguración del nuevo parque de Martiricos en 1968.
Durante esta época, hay que reseñar la insuficiencia de los salarios, la necesidad de realizar abundantes horas extraordinarias y la dedicación, en sus horas libres, a ejercer los oficios que poseía cada bombero antes de su ingreso en el cuerpo. Con estos salarios, la dedicación al Cuerpo era eminentemente vocacional y que pasara de padres a hijos creándose autenticas sagas familiares. Además el acceso se realizaba por concurso-oposición y se primaba el tener familiares en el Cuerpo. Por otra parte, y durante casi todo el periodo aquí considerado existió una Escuela de Aprendices de Bomberos, inserta en el propio cuerpo y de donde salieron de alevines muchas generaciones de magníficos profesionales.
De todas formas, al parecer, compensaba el espíritu de camarería imperante durante las largas guardias en el parque, veinticuatro horas seguidas y otras veinticuatros horas de descanso y en las salidas donde funcionaba a la perfección el lema del Cuerpo “Uno por todos y todos por uno”.
Las nuevas instalaciones del parque de Martiricos creado en 1968 constaban de dos plantas en el edificio principal con vestíbulo, sala de estar, salón de actos, dormitorios, botiquín y servicios. Aneja se encontraba una gran nave para el estacionamiento de vehículos y una torre de ejercicios. El costo total de las obras fue de diez millones de pesetas de la época.
El grupo de escafandrismo fue creado en 1974, y venía a cubrir una importante carencia, la de los rescates de personas u objetos bajo las aguas, ya que hasta entonces había habido que recurrir a submarinistas profesionales, con las siguientes dificultades operativas y demora en el tiempo. Málaga seguía así la estela de las principales capitales marítimas españolas como Barcelona, Bilbao y Valencia, pioneras en estos grupos de bomberos especializados.
Entre 1988 y 1990 se construye y entra en servicio un nuevo parque junto a la urbanización Las Pirámides, que atenderá las necesidades de la zona Oeste malagueña.
En el 2002 se inaugura un nuevo parque de bomberos situado en la Urbanización El Mayorazgo, cubriendo las necesidades de la zona Este sustituyendo a las anticuadas e insuficientes instalaciones de El Palo, anejo al mismo se ha levantado y ha entrado en funcionamiento el Centro Municipal de Emergencias, en el que se integran y coordinan los Servicios de Policía Local, Protección Civil y Extinción de Incendios y Salvamento, como una plataforma avanzada de coordinación a la vanguardia en su genero.